En el agro argentino, como en el resto de las relaciones de producción que rigen la economía de nuestro país, tienen plena vigencia las leyes del sistema capitalista en su faceta neoliberal, neocolonial. Y con las políticas aplicadas por el Macrismo, se ha producido una nueva etapa de agudización de la expulsión que viene de los últimos 25 o 30 años, de agricultores familiares, pequeños productores, campesinos y pueblos originarios de sus tierras.
Este sujeto pueblo ha sido separado de los medios de producción y subsistencia, de los que se apoderó la vieja, pero también una nueva oligarquía, constituida en parte por grandes empresas, pooles de siembra, fondos de inversión extranjeros (muchos de estos provienen de sectores extra agrarios y urbanos), grandes explotaciones mineras, turísticas y forestales, que a su vez utilizan, sólo en la medida de sus necesidades, la fuerza de trabajo de los despojados “libres”.
Esa oligarquía, hoy potenciada y más concentrada que nunca, lejos de haber desaparecido, como proclaman los que dicen (como el candidato Pichetto), que la propuesta de Reforma Agraria “atrasa” o es un planteo “anacrónico”, se fortaleció, con una fuerte representación gremial en la “mesa de enlace”, y las distintas cámaras empresariales de los “agronegocios” que no en pocos casos comparten dirigentes comunes, ocupando lugares claves, en la institucionalidad del Estado, como es el caso de Luis Miguel Etchevhere, Ministro de Agroindustria de la Nación, ex presidente de la S.R.A., miembro de la cámara de consignatarios de hacienda de la Provincia de Entre Ríos quien expresó “Es tan malo el sistema de expropiación de la tierra que hasta el comunismo lo dejó de lado.”
El Partido Comunista luchó, lucha y luchará por la reforma agraria hasta lograrlo, a tal punto que nuestra propuesta de “reforma agraria integral” es parte fundamental de las propuestas programáticas de nuestro Partido.
La necesidad de producir y distribuir alimentos abundantes y sanos para paliar el hambre del pueblo, en lo inmediato y urgente es responsabilidad, en primer lugar del Estado Nacional, hoy en manos de los representantes más despiadados del sistema capitalista concentrado, por lo que deberán resolverlo o arrancárselo con la lucha popular. Lo que al mismo tiempo, dispara la necesidad de abrir un amplio debate pendiente en nuestro país sobre la necesidad de una profunda “reforma agraria integral”.
Debate que ya inició una parte importante del sujeto pueblo, representado en el “Foro por una propuesta agraria soberana y popular”, integrado por más de 50 organizaciones del campo popular agrario, organizaciones sociales y centrales de trabajadores, la que encierra grandes coincidencias en los cambios estructurales agrarios imprescindibles en nuestro País pero que deberá ampliarse al resto del campo popular ya que la lucha por alcanzar la soberanía alimentaria, y la reforma agraria, en tanto derecho inalienable de los pueblos, es la lucha del conjunto del pueblo, desde las organizaciones campesinas, de agricultores familiares y pueblos originarios, movimientos sociales, la clase obrera, así como las capas medias, los movimientos cooperativos y los partidos políticos del campo popular.