Desde el principio de la pandemia de SARS-CoV-2 a fines de 2019, la misma se ha extendido a todo el mundo ocasionando más de 5 millones de muertxs. Sin embargo, la cantidad de fallecidxs en exceso por sobre el promedio de años anteriores ya se estima en alrededor de 18 millones reflejando, probablemente, una combinación de sub-reporte de casos, más muertes por otras causas como consecuencia del colapso sanitario en sistemas de salud con recursos materiales y humanos agotados por la pandemia.
Dicha mortandad de trabajadores ocasionó la caída en expectativa de vida más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, el devastador efecto que la pandemia ha tenido sobre los trabajadores de todo el mundo no puede subestimarse.
Las respuestas a la pandemia han sido variadas alrededor del mundo; la mayoría de los gobiernos fueron sobrepasados por el desafío que el virus impuso, con la notable excepción de la República Popular China, que ya ha vacunado al 80% de su población. En Cuba, cinco vacunas de fabricación nacional han permitido pasar lo peor de la pandemia. En ambos Estados, al igual que en Vietnam, las intervenciones no-farmacológicas han sido amplias: extendido uso de barbijos incluso en espacios abiertos, cuarentenas localizadas, trazabilidad de contactos, internación de pacientes, y en el caso de China, testeos masivos por PCR de ciudades enteras, construcción de hospitales en cuestión de días, robots asistentes y telemedicina, etc.
En Argentina, el gobierno actuó en un principio tomando las medidas de aislamiento necesarias, terminando hospitales que la gestión macrista había dejado inconclusos, habilitando otros de campaña y resistió durante algún tiempo las presiones aperturistas de la derecha, cosa que le permitió ganar tiempo en 2020.
Luego, la exitosa negociación de compra de vacunas a Rusia y China permitió vacunar al personal médico y los mayores a principios de 2021. La poco aconsejable apertura de clases presenciales sin la población vacunada determinó un pico severo de casos y muertes a mediados de 2021, lo cual sumado a la poco efectiva política epidemiológica determinó que tengamos un acumulado de más de 116 mil muertos en lo que va de la pandemia. La llegada masiva de vacunas de producción en parte local y extranjera permitió llevar tranquilidad a la situación epidemiológica, que alcanzó un mínimo de casos hacia octubre.
También se debe destacar el papel jugado por movimientos sociales, sindicatos, sectores de la iglesia y partidos políticos que trabajan cotidianamente en el territorio para enfrentar la grave situación, así como la tarea del personal sanitario y lxs enfermerxs en particular que siguen ocupando un lugar central en el enfrentamiento de la pandemia sin obtener aún el reconocimiento de su tarea, ni una recomposición salarial acorde con esta.
Hoy, por parte del gobierno se notan graves errores comunicacionales y una política insuficiente en el abordaje a la pandemia, basada casi exclusivamente en la vacunación. Eventos masivos siguen su curso, a pesar de que son conocidos los riegos de estos. De manera central, se falla en comunicar a la población que la vía de transmisión principal de SARS-CoV-2, como de otras enfermedades respiratorias, es la AEROTRANSPORTADA: es decir, el sólo hecho de respirar, produce una exhalación potencialmente infecciosa.
Si bien las vacunas previenen en gran medida hospitalización y muerte, no está claro aún si poseen un gran efecto preventivo sobre los efectos de la Covid, una condición que puede afectar entre 10-15% de pacientes a entre 6-12 meses luego de “recuperados” y que incluye daños en sistemas diversos: renal, respiratorio, neurológico y un largo y preocupante etc.
La aparición de la variante Ómicron, recientemente descubierta, no hace más que agravar el panorama: aunque su caracterización aún está en sus comienzos, el gran número de mutaciones que porta y su elevada contagiosidad (que puede estar entre 4-8 veces más alta que la cepa Delta, a la cual está desplazando de EE.UU. y Europa a pasos agigantados, plantea el sombrío escenario de escape parcial a la inmunidad por vacunas o infección previa, más una transmisibilidad aún mayor.
La veloz aceleración en el aumento de casos en Argentina en las últimas semanas demuestra las limitaciones de un enfoque de salida de la pandemia centrado casi exclusivamente en la vacunación, relajando otras medidas de cuidado colectivo.
La pandemia no ha terminado, y subestimar la situación tiene enormes implicancias sanitarias y políticas: no se puede seguir apelando a la responsabilidad individual (vacunarse, ponerse cualquier tapaboca por ineficaz que sea, mantener distancia), medidas que son necesarias, pero insuficientes para detener la dispersión de variantes de altísima transmisibilidad como la Delta y ahora, la Ómicron.
Es necesario que desde el gobierno se impulsen medidas más efectivas de cuidado y que se controle en las empresas el cumplimiento de estas, a saber:
-Establecer la obligatoriedad de la vacunación en todo el país.
-Asegurar una adecuada ventilación de todos los lugares de trabajo, midiendo la tasa de recambio de aire o asegurando los niveles de dióxido de carbono por debajo de niveles sanitarios aceptables en tiempo de pandemia.
-Garantizar la colocación de filtros de aire en lugares como sótanos, lugares de frío extremo, etc., en los cuales la ventilación sea imposible.
-Dar a los trabajadores barbijos de calidad, siempre con clip nasal, que aseguren una filtración aceptable del aire para el entorno laboral y el transporte público, que se realiza en condiciones de ausencia total de distancia y muchas veces, una ventilación totalmente inadecuada.
-Urgentemente, promover la capacitación de los especialistas en Higiene y Seguridad para que puedan ayudar de inmediato a adoptar las mejores prácticas.
-El mensaje público debe clarificarse y ser contundente, masivo y reflejar la urgencia real sin eufemismos: avanzar como se debe en la vacunación es importante, pero son una capa más de protección de una aproximación que deberá ser integral, y en la cual EL RECONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA AEROTRANSPORTADA de la transmisión y las consecuentes adecuadas respuestas que se den desde el Estado y su control sobre las empresas y lugares de trabajo deberán jugar un rol determinante.
Debemos tomar conciencia acerca de la gravedad de la situación, de las protecciones que se necesitan, y de urgencia y responsabilidad con la cual se necesita actuar.
La salida de la pandemia será colectiva, o no será.
29 de diciembre 2021
Secretariado Nacional del
Partido Comunista de la Argentina