Por Marcelo F. Rodríguez (*)
El 1 de julio de próximo se cumplirá el centenario de la fundación del Partido Comunista Chino, partido que llevó adelante la revolución en su país, a pocos años del triunfo de la revolución rusa en 1917, y que fundó la República Popular en 1949.
Los logros alcanzados por el PCCh y el pueblo chino en estos 100 años despiertan el asombro y el respeto de todo el mundo, hasta el de sus enemigos, como se ve cotidianamente en las campañas lanzadas por el gobierno de los EE. UU. y sus aliados contra la República Popular China y su gobierno.
El PCCh ha llevado adelante una política flexible, guiado por las ideas del marxismo y la construcción de una sociedad socialista, que consiste en la rectificación de sus acciones cuando lo consideran necesario, y en innovar en sus propuestas teniendo en cuenta cabalmente las peculiaridades de la sociedad china, lo cual se manifiesta en los impresionantes avances logrados en alimentación, lucha contra la pobreza extrema, alfabetización, educación, salud y vivienda para millones de habitantes, objetivos imposibles de ser alcanzado bajo un régimen capitalista.
Esto, sumado al desarrollo económico y científico alcanzado, coloca hoy a China como una potencia a nivel internacional.
El proceso iniciado en 1978 por Deng Xiaoping de Reforma y Apertura y los beneficios que la misma produjo, es una demostración de la gran audacia del PCCh para enfrentar los desafíos que representa la construcción del socialismo. La misma audacia y decisión que han demostrado a la hora de enfrentar los efectos no deseados de estas políticas como la corrupción, la burocratización, la contaminación, etc.
Frente a estos problemas, la existencia de un Partido fuerte y disciplinado resultó y resulta esencial, y esto se puede ver en la gestión del PCCh. Es decisivo el esfuerzo del Partido por corregir esos vicios y garantizar que no se estanque el proceso de crecimiento que hoy sigue adelante con el liderazgo del PCCh y de su presidente Xi Jinping, cuyo pensamiento está orientado en sostener el compromiso con el pueblo, con su bienestar, recurriendo al marxismo para encontrar la solución de las dificultades planteadas.
La firmeza con que se plantea la necesidad de continuar con las políticas de Reforma y Apertura para avanzar en la construcción de una sociedad armoniosa a partir de la “consolidación integral de las reformas”, su apertura a adoptar nuevas ideas de base científica para un “desarrollo innovador, coordinado, ecológico, abierto y compartido”, que lleve a mejorar el nivel de vida y el bienestar de las personas y el respeto a la naturaleza con políticas de “ahorro energético y protección del medio ambiente” para “contribuir a la seguridad ecológica global”, van en este camino.
Lo mismo se puede decir de su persistencia en avanzar en la construcción del socialismo de peculiaridades chinas con centralidad en el pueblo, donde se practican los valores centrales del socialismo, el marxismo, el comunismo y se busca establecer un destino común entre el pueblo chino y otros pueblos del mundo propiciando un “entorno internacional pacífico”.
En esta tarea, el PCCh ha logrado un reconocimiento muy alto de parte del pueblo chino. Para esto resulta muy importante el trabajo ideológico y las impresionantes mejoras en las condiciones de vida. Un ejemplo de esto es la forma en que se enfrentó la pandemia provocada por la COVID-19, logrando una contundente respuesta gracias a la organización, disciplina y sentido colectivo del pueblo chino para acatar estrictamente las medidas sanitarias.
Mejorar la situación material de la población, sin descuidar el aspecto ideológico con la dirección del partido ha sido fundamental, teniendo en cuenta la composición demográfica del país y su extensión territorial.
Ante los resultados positivos que demuestra la experiencia del PCCh de construir un “socialismo con particularidades chinas”, asistimos a una campaña de propaganda anti-China y anticomunista que arrecia en occidente y eso dificulta que el conocimiento tanto de los logros, como de la forma en que China enfrenta sus problemas, llegue de manera más efectiva a los pueblos del mundo.
No hay dudas de que China se ha transformado en una gran protagonista de esta época tanto por el papel que está ocupando en la economía mundial, a partir de los acuerdos e iniciativas que ha puesto en marcha, como por el resultado alcanzado por sus políticas contra la pobreza, por fomentar el desarrollo científico/tecnológico y por la forma en que encaró la pandemia de COVID 19, sobre todo si se comparan con los resultados de las demás potencias en estos temas.
A 100 años de su fundación, el Partido Comunista Chino continúa llevando adelante una experiencia digna de ser analizada y estudiada si prejuicios, que ha llevado a China a convertirse en un protagonista central de la política mundial, desafiando la hegemonía y la unipolaridad a la que aspiran los EE. UU. desde la caída de la URSS.
Una experiencia que, con sus avances y tropiezos, con sus contradicciones y sus grandes logros para el pueblo chino y su influencia en el terreno internacional, mantiene viva la promesa y la posibilidad de la construcción del socialismo.
(*) Sociólogo, miembro del Comité Central del Partido Comunista argentino y director del CEFMA