La crisis que los EE.UU. ya no pueden ocultar
7 de enero de 2021
Los acontecimientos del 6 de enero de 2021, producidos en el Capitolio de Washington DC, EE. UU., no hacen más que confirmar la profunda crisis interna que atraviesan los EE. UU. y su acelerado proceso de decadencia como poder imperialista.
Al creciente deterioro económico-social, a las fuertes tendencias supremacistas y racistas y a la pérdida de peso en la arena internacional, se suma ahora allí una profunda crisis del sistema político, utilizado recurrentemente como “ejemplo” de democracia y justificativo para sus políticas intervencionista en todo el mundo en nombre de la “libertad”.
Esa crisis refleja que la inaudita concentración de riqueza y poder en pocas manos, denunciada oportunamente en las calles por múltiples protestas sociales, invisibilizadas convenientemente por los medios hegemónicos, resiste cada vez menos las mascaradas electorales, bajo un sistema que restringe la participación para que terminen decidiendo unas élites, que en verdad representan al núcleo de poder real de las finanzas, el militarismo, de los monopolios comunicacionales y las petroleras, que intentaran también decidir el conflicto actual y poner “la casa en orden”.
Los que pretenden desde el centro del capitalismo global dar lecciones de democracia al mundo y han desplegado invasiones, bombardeos y toda clase de injerencismos y golpismos “en defensa de la democracia”, hoy viven una degradación institucional sin parangón en la historia.
Solo mencionar Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, las guerras petroleras, Palestina, el bloqueo a Cuba y Venezuela y la doctrina Monroe para América Latina, entendida como su “patio trasero”, para recordar el verdadero rostro del imperialismo yanqui gobernado por el vetusto bipartidismo republicano y demócrata, que hoy parece fracturarse, con peligrosas tendencias a un autoritarismo aún más feroz que puede tornarse en su debilitamiento, aún más peligroso y agresivo.
Desde el sur mundial, y en particular desde Argentina, no podemos dejar de observar con atención lo que allí sucede, dado que los monopolios yanquis no sólo ejercen una intromisión exterior, sino que están insertos como fuerza determinante en nuestra estructura económico-social. Los hechos del Capitolio y otros que con seguridad se van a suceder, pueden afectar esa capacidad de dominación y brindar nuevas oportunidades para los cambios de fondo que nuestros países necesitan.
De otra parte, el surgimiento de nuevos centros de desarrollo de la economía mundial, que están disputando la hegemonía estadounidense tanto política, económica e ideológicamente, como los avances notables de la República Popular China y sus alianzas e iniciativas internacionales, ofrecen nuevas alternativas de cooperación internacional, como puede verse hoy en la lucha contra la pandemia y la producción de vacunas. Esto pone luz sobre la necesidad de un viraje en la política exterior nacional, hacia una línea más decidida de unidad latinoamericana y caribeña, independencia y paz.
En esta coyuntura resulta indispensable que en la Argentina y en la región, debatamos la influencia de estas nuevas realidades y las políticas que deben llevar adelante nuestros gobiernos. En esos intercambios los comunistas sostendremos nuestras políticas y propuestas en pos de la liberación nacional y social de nuestra Patria y de nuestro Pueblo.
Insistiremos con las palabras con que Rodolfo Ghioldi recibiera en Buenos Aires a la Brigada del Café que trabajara solidariamente en Nicaragua: “La unidad antimperialista es la estrategia y la táctica de la Revolución Latinoamericana”.
Comisión de Relaciones Internacionales / Secretariado Nacional PCA