La ofensiva del gobierno neofascista de Milei sobre la Universidad Pública es histórica, tanto material como ideológicamente; bajo el discurso del ajuste presupuestario en post de un “déficit 0”, pretende desmantelar más de un siglo de producción de conocimiento crítico y de formación de intelectuales, científicxs, tecnólogxs y profesionales que abonaron a lo público, lo comunitario y a la Soberanía Nacional. La voluntad neocolonial y entreguista del gobierno requiere la destrucción de las Universidades Nacionales, con el afán de mercantilizar a educación superior y profundizar la transferencia de ingresos y riquezas desde les trabajadores hacia los sectores del poder concentrado y el sistema financiero, nacional e internacional.
La reafirmación en Diputados del veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario fue a chispa que encendió al movimiento estudiantil que salió a defender la Universidad y su derecho a la educación superior por todas las vías, desde tomas y clases públicas, hasta intervenciones de todo tipo y color, demostrando una vez más que el movimiento no está dispuesto a claudicar. Desde la primera histórica marcha nacional del 23 de abril y desde la movilización del 2 de octubre en adelante, el movimiento universitario, con todos sus claustros, con sus centros, federaciones y sindicatos se paran ante la Historia como una nueva generación de luchadores sociales, dispuestos a estar a la altura del legado de la Reforma del ’18, de la resistencia a la dictadura de Onganía en los ’60, a la lucha de les 30.000 y la resistencia popular de los ’90.
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