Por Marcelo F. Rodríguez
“Detrás de los líderes de las nuevas derechas hay muy buenos asesores”, con esta afirmación, que ha ido ganado cuerpo en los análisis políticos de los últimos años, comienza un interesante informe confeccionado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de Geopolítica (CELAG), con sede en Ecuador. El documento llamado: Marketing político. Durán Barba y JJ Rendón, radiografía de dos asesores clave en la construcción de los liderazgos de las derechas del siglo XXI, producido por Mariela Pinza, Sabrina Flax y Gisela Brito, analiza las concepciones y metodologías llevadas adelante por estos dos “gurúes” de la “nueva derecha”, oscuros personajes encargados de diseñar la estrategia que diseña “cada paso, cada sonrisa y cada silencio en los discursos y estrategias de difusión de los candidatos”conservadores.
A partir del auge de los gobiernos progresistas y antineoliberales en América del Sur, los representantes políticos de la derecha, defensores de los intereses empresariales, del capital financiero internacional y de los grupos de poder hegemónicos, vieron como su discurso perdía presencia en el escenario político frente a un nuevo consenso progresista en la región.
Las autoras resaltan que ideas como “la soberanía nacional asociada a la recuperación de los sectores estratégicos, la puesta en el centro de la escena del Estado y su percepción como garante y ordenador de la vida social, el predominio de la política en la definición del modelo económico, la visión sobre la integración regional” marcaron un importante quiebre con las propuestas por el Consenso de Washington y hegemónicas en la etapa neoliberal.
Poco a poco la derecha se fue reacomodando a medida que asimilaba los nuevos vientos. A partir de esto, comenzaron a surgir liderazgos de nuevo tipo, no tan ligados a los economistas tecnócratas que asumían un papel político, recordemos a Alsogaray, Cavallo y López Murphy entre otros, para darle lugar a jóvenes y exitosos empresarios que se niegan a identificarse como de derecha, sino que se presentan como cultores de la buena onda, de discursos presuntamente desideologizados, slogans que resaltan la trasparencia y la eficiencia y una interpelación al ciudadano o al vecino cara a cara como muestra de su cercanía con “la gente”.
Esto lo hacen a la vez que sus asesores diseñan innumerables “campañas sucias” en las cuales los medios de comunicación masivos juegan un papel central.
Según el estudio, estos liderazgos de derecha, en donde los candidatos juegan un papel central por encima de los proyectos colectivos y partidarios, se caracterizan por los siguientes puntos:
- Los candidatos deben asumir que no saben todo, y reforzar la idea de “equipos”.
- Utilizar asesores políticos profesionales para dirigir la campaña.
- Elaborar y confiar en una estrategia política, la cual involucra cada cosa que se dice, se muestra y se hace o se deja de decir, de mostrar y de hacer (metas, análisis de la imagen del candidato y del partido, análisis de la imagen de los adversarios, análisis constante de la evolución, elección del lugar donde aplicar la estrategia, selección de temas pertinentes, identificación de grupos de votantes.
- Proximidad con “la gente”.
El éxito de estos liderazgos se fue haciendo más marcado a medida que fueron renunciando al enfrentamiento frontal con las medidas que formaron el nuevo consenso en la región, por lo cual en el presente: “no proponen proyectos refundacionales ni una vuelta al pasado neoliberal sino asumir algunas de las políticas de los proyectos de cambio que implican ya conquistas sociales instaladas en el consenso social”. Para esto postulan: “Lo que se hizo está bien, vamos a mantener las políticas sociales y a defender los recursos nacionales, pero vamos a administrar el Estado de manera más eficiente y transparente”.
A este discurso se le suma la composición de una imagen del candidato acorde a masividad de los medios audiovisuales que utilizan para proyectar sus candidaturas.
Pensándolo en términos televisivos, las autoras proponen el siguiente esquema para pensar de que se trata: “toma 1: recorrida por un barrio popular, toma 2: tarde de plaza con los jóvenes, toma 3: charla amigable con los operarios en una fábrica. Así podríamos enumerar infinitas tomas que poco tienen que ver con el programa político y las verdaderas intenciones del candidato. Lo importante es mostrarse cercano a “la gente”, porque eso, en esta nueva época regional, mide bien”.
A esto se suma una persistente campaña de demonización sobre los gobiernos progresistas, que consiste en presentarlos “como una amenaza para el sistema democrático y para las libertades y los derechos humanos, se presenta así una visión dual de la estructura social que responde a la división entre la dictadura castro-comunista (hoy chavismo) o la libertad democrática representada por los sectores de la ahora nueva derecha”.
Una visión dual claramente ideológica llevada adelante por quienes se presentan al público como los emergentes de una era de “desideologización de la política” y representantes de una “nueva forma de hacer política”.
Estas “nuevas formas de hacer política” son las que impulsan en nuestro país Duran Barba y su “Frankenstein” del momento, Mauricio Macri, como: “las nuevas estrategias de las derechas regionales para volver a disputar el poder en un contexto que lleva ya más de una década en el que el nivel de politización de las sociedades y el empoderamiento de los pueblos han generado un corrimiento de la agenda hacia la izquierda, las nuevas constituciones y las nuevas leyes en materia de inclusión que se han logrado en diversos países de la región dan cuenta de un contexto en el que las derechas deben reinventarse para poder disputar en este nuevo reacomodamiento político”.
La pretendida “nueva derecha” o “derecha moderna” o derecha a secas sin eufemismos a nuestro entender, ha tomado nota de los cambios producidos o en proceso en la región y se prepara día a día, con todas las armas a su disposición, para hacer retroceder la situación latinoamericana, como suele decir Atilio Boron, a las condiciones existentes la noche previa al triunfo de la Revolución Cubana, como intenta el imperialismo.
En este sentido nos parece importante prestar atención a otro de los párrafos del Documento de la CELAG y que nos sirve para interpretar lo que está sucediendo en la región y particularmente, en estos días, en Brasil: “Si bien se ha avanzado enormemente en el plano de la disputa cultural-simbólica, como en la resignificación del lenguaje y de las prácticas políticas, aún no ha sido suficiente para desarticular el legado neoliberal y muchos de los actores que dicho legado ha creado. En este sentido los asesores apelan a esas identidades arraigadas en las sociedades y las interpretan con el objetivo de diagramar una estrategia comunicacional que los interpele.
La movilidad social amplificada por los gobiernos progresistas y de izquierdas ha beneficiado a sectores medios y populares. Inclusive, ha creado nuevas clases medias. Pero dicha movilización no supone mecánicamente fidelidad electoral a los oficialismos”.
Esto lo ha sabido decodificar la derecha y trabaja incesantemente para recuperar los espacios perdidos y derrotar a los gobiernos progresistas quienes, como plantea el informe citado: “tienen el gran desafío de saber interpretar las nuevas demandas de este electorado cambiante y nuevo, un `electorado del siglo XXI´ que revista novedades que bien entendidas o dirigidas pueden beneficiar tanto a oficialismos como a oposiciones”.
Tomar nota de estas advertencias será central para avanzar con mayor firmeza, y sin confusiones, en la construcción de poder popular para enfrentar al enemigo principal de la humanidad que busca revitalizar su fuerza: el capitalismo.