Discurso a 38 años de la última dictadura cívico-militar: ¡Democracia o corporaciones!

Compañeros y compañeras: nos volvemos a encontrar en esta Plaza del pueblo para recordar una vez más qué pasó aquel 24 de marzo de 1976, cuando los genocidas, de la mano de las corporaciones, dieron el Golpe de Estado que masacró a varias generaciones de luchadores y que pretendió terminar con todos los sueños de la Patria Grande. Pero no pudieron: a pesar de todo seguimos de pie y unidos. Ese 24 de marzo empezó una dictadura cívico-militar: no sólo fueron las Fuerzas Armadas las que tomaron el Poder, sino que también lo hicieron empresarios, la cúpula de la Iglesia, la corporación judicial y la embajada norteamericana. Fueron ellos los que como siempre, creyéndose dueños de los destinos de la Argentina, persiguieron a militantes populares, trabajadores, estudiantes y a todos los que estábamos dispuestos a defender los derechos colectivos. Dieron el Golpe porque sabían que nuestro país, en sintonía con la región, era territorio de lucha y resistencia de miles de hombres y mujeres, hijos del 17 de octubre del `45, Revolución Cubana, El Cordobazo, y otras luchas por los derechos de los expulsados y los trabajadores. Ese 24 de marzo empezó a planificarse mucho antes y su antesala fueron los crímenes de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina. Desde el aparato paramilitar se cometieron desapariciones forzadas y asesinatos, instalando el terror y la persecución. Mientras la Triple A metía el miedo en las Facultades, fábricas, Unidades Básicas y otros espacios de participación política y social, al lado estaban los editores de los medios hegemónicos, con la noticia ya escrita, esperando que se concretaran los crímenes para después decir que se había tratado de “enfrentamientos”. Como siempre, callaron la verdad: que la Triple A fue el inicio del genocidio del 24 de marzo de 1976 y la continuidad de los fusilamientos de la Masacre de Trelew de 1972, del fusilamiento de militantes políticos en José León Suárez en 1956 y de La Semana Trágica de 1919. Los monopolios de la prensa nunca dijeron ni dicen que cuando se refieren a los asesinos del pueblo ellos mismos están en la lista.

Hoy es una fecha muy especial. Recordamos que 38 años atrás, la Casa Rosada, a metros de acá, fue tomada por los genocidas. En ese lugar decidieron sobre la vida y la muerte de miles de nuestros familiares. Ahí estaban los genocidas Videla, Massera y Agosti definiendo el futuro del país: buscaban imponer un plan económico, político, social y cultural de exclusión a fuerza de exterminio, en sintonía con los Estados terroristas de Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Acá en el Sur se cometió un genocidio organizado desde el Norte: el Plan Cóndor. Nuestro país fue víctima de una masacre organizada no sólo entre los dictadores de la región, sino también con Estados Unidos. Ahí, donde hoy gobierna el Premio Nobel de la Paz que más gente mata en el mundo, hubo una organización para seguir empobreciéndonos, instalar la teoría de “un enemigo interno” y la lógica del “por algo será” como respuesta cuando las Madres reclamaban por la aparición con vida de sus hijos y nietos. ¿Y quiénes titulaban que los miles de detenidos-desaparecidos estaban de viaje por el mundo? ¿Quiénes titulaban que íbamos ganando la Guerra por las Malvinas? ¿Quiénes titulaban que había bebés abandonados? ¿Quiénes titulaban que aparecían cadáveres como de la nada?: las corporaciones de la prensa. La prensa de las corporaciones.

Pero también hubo quienes desde las barricadas de la palabra se comprometieron con la verdad. Fueron todos los comunicadores populares de las organizaciones militantes, fue la ternura política de Juan Gelman, a quien queremos recordar hoy especialmente, porque se fue hace poco para siempre, pero nos dejó acá a toda su palabra combativa, para que nadie olvide que lo que importa es la memoria. Compañero Juan: te seguimos abrazando.

Cuando reivindicamos la lucha de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos hablamos de banderas que nos enorgullecen: cuando los recordamos los volvemos a ver comprometidos, solidarios, combativos, convencidos de que lo imposible sólo tarda un poco más. Casi todos ellos ya no están. Otros sí y son quienes han resguardado la memoria para llevarla a la justicia. Son los sobrevivientes del terror, los militantes de la vida, los compañeros de nuestros hijos e hijas, nuestros padres y madres, hermanos, tíos. Militaban en distintas organizaciones, incluso muchos vinieron a esta misma Plaza a meter las patas en la fuente, o aquí también fueron bombardeados. Cuando gritamos el PRESENTE por todos y cada uno de ellos, los reivindicamos como militantes, como hombres y mujeres como todos, que eligieron la política como herramienta de transformación. Resaltamos esto, porque necesitamos recuperarlos también como nuestros familiares y que los podamos nombrar así, no sólo como las víctimas de los genocidas. Los compañeros detenidos-desaparecidos antes que eso fueron militantes, hombre y mujeres comprometidos con la Patria y solidarios. Así los ponemos al lado nuestro, como compañeros y compañeras, no como héroes inalcanzables, sino como militantes comprometidos con las causas justas.

Luchamos mucho por obtener Memoria, Verdad y Justicia, por no tener un país condenado a la impunidad. Esas banderas para exigir el Juicio y Castigo a todos los genocidas por los miles de exiliados, asesinados, presos políticos y detenidos-desaparecidos, son mucho más que las del Nunca Más: son también las que nos demuestran que con lucha y organización se consiguen las victorias.

Hoy tenemos en el país más de 10 juicios a genocidas, donde se escuchan a diario los testimonios de cientos de sobrevivientes, familiares y testigos. Se ve a diario cómo son juzgados y condenados los delitos de lesa humanidad: ya hay más de 500 genocidas condenados y más de 1.000 procesados. Es muy importante que sigamos participando, y cada vez más, en estos juicios, porque son la garantía de una Patria justa, porque los sobrevivientes nos necesitan a su lado, porque la historia está siendo escrita con la verdad. Esas historias de la verdad son escuchadas por los jueces, quienes tienen el papel histórico de revertir la impunidad y fortalecer la democracia. Estos juicios históricos por Memoria, Verdad y Justicia molestan a quienes se habían acostumbrado a la tranquilidad de la impunidad. Lo demuestran con cada amenaza y operación mediática, lo dejaron más que claro con el hecho siniestro que fue la desaparición forzada del compañero Jorge Julio López. Seguimos reclamando saber dónde está, qué pasó con él y Juicio y Castigo para los culpables.

Los verdugos hoy están siendo juzgados y condenados: ya no caminan por las calles. En el último tiempo se empezó a avanzar con el juzgamiento de la participación civil en el terrorismo de Estado, como los procesamientos a personal de la empresa FORD; y a Carlos Blaquier, dueño de la empresa Ledesma; la citación a Vicente Massot, dueño del diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, a declarar como imputado. Mientras tanto, la causa por la adquisición fraudulenta de la empresa Papel Prensa sigue frenada. Las consecuencias no son sólo económicas, por el enriquecimiento millonario e ilícito de Herrera de Noble y Magnetto, sino también políticas, porque desde el mismo papel robado operan como partido político. Esto siempre fue así: la diferencia es que desde hace casi 11 años tenemos un gobierno nacional que decidió enfrentar a las corporaciones y avanzar con el Juicio y Castigo para todos los genocidas, garantizando la independencia de los Poderes. Hay otra causa que debe avanzar y es la que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en la Guerra por las Malvinas: esos crímenes no pueden quedar impunes. Mientras, destacamos el compromiso del Gobierno Nacional por defender nuestra soberanía de manera pacífica a través del diálogo, para que nadie nos siga robando la tierra.

Estamos cumpliendo 30 años de democracia y emociona decirlo en esta misma Plaza que nos vio llegar en pleno terrorismo de Estado, cuando el Poder Judicial nos negaba sistemáticamente justicia por los compañeros detenidos-desaparecidos. Ahora, mientras seguimos exigiendo la democratización de ese Poder, necesitamos que avance en las causas que siguen en instrucción, porque ningún culpable puede quedar impune. La función del Poder Judicial es impartir justicia a partir de las pruebas. En el caso de César Milani, el Poder Judicial está escuchando testimonios y deberá ser el que dé todas las respuestas necesarias para que sólo continúe en su cargo si no cometió ningún delito de lesa humanidad.

En estos 30 años de democracia luchamos mucho por la memoria y por sacar del anonimato a los culpables del sufrimiento de nuestro pueblo. A mediados de los años 90 hicimos escraches para denunciar a los genocidas sueltos por los barrios y siempre exigimos Juicio y Castigo para todos los genocidas. Porque defendemos la democracia, porque defendemos el futuro, porque sabemos que siempre siguen agazapados los que pretenden pasar por arriba de nuestros votos a favor de sus intereses. Son esas corporaciones, que son los grandes grupos económicos, los dueños de los grandes recursos económicos, del campo, de la industria, de las finanzas. Son la Sociedad Rural, la UIA, los bancos, La Nación, las multinacionales. Son los formadores de precios, los capitales al servicio del Poder, las pocas manos que manejan los recursos de todos, los que intentan impedir los desarrollos nacionales con inclusión social en toda Latinoamérica. Son los que quieren continuar con el dominio neoliberal. Son los mismos de siempre, los que concentran en pocas manos lo que para ellos es riqueza y para las mayorías es pobreza. Son los que quieren un Continente sometido y humillado por el Imperio de Estados Unidos. Fueron la base económica de la última dictadura cívico-militar.

Por eso decimos que esta democracia tiene que ser defendida por todos: porque las corporaciones siguen siendo las que buscan empobrecer al pueblo y están dispuestas a todo. Está demostrado: van contra la política como herramienta de transformación y contra el proyecto nacional y popular, por eso tenemos que seguir defendiéndolos. Lo vimos con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, lo vemos con las mentiras que dicen Clarín y La Nación sobre la Asignación Universal por Hijo, con las mafias que perduran en el Poder Judicial y que siguen construyendo un derecho a la justicia exclusivo para un sector minoritario de la sociedad. Lo vemos también con el desprestigio que intentan instalar sobre el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia, no sólo cuando les dan lugar en sus medios a los genocidas que hablan de “venganza”, sino también cuando intentan manchar la lucha de las Madres y Abuelas. Pero somos un pueblo con 30 años de democracia, que ya sabe identificar la mentira y diferenciarla de la verdad y no permite que la prensa corrupta nos diga de qué se trata la dignidad, porque nunca la conoció.

A las corporaciones que pretenden definir los tiempos de la democracia les decimos una vez más que nuestro voto llega hasta donde el poder soberano decida, no hasta donde ellos elijan a través de sus golpes corporativos: ya no usan los cuarteles, ahora usan las redacciones.<(p>

Esas corporaciones, que cambian las caras, pero no las ideas, son las que se metieron en las fábricas y otros lugares de trabajo a perseguir y desaparecer a los trabajadores: son Ledesma, Loma Negra, La Veloz del Norte, Las Marías, Clarín, La Nación, La Razón Mercedes Benz, Acíndar, Astarsa, Fiat, Techint, Macri, City Bank, la Sociedad Rural Argentina, Ford y Molinos Ríos de La Plata. Son las que dieron los Golpes de Estado en Latinoamérica: las que instalaron y financiaron el terror, las que participaron en la planificación de la miseria, como denunció Walsh, y las que se beneficiaron con el plan económico de la dictadura y la deuda externa. Son también las que fueron apañadas por la impunidad del neoliberalismo, que puso un manto de olvido, silencio y perdón con políticas de Estado.

Las corporaciones son el lugar donde el terror se hizo cuerpo. Sus métodos no cambian, pero sí la relación con el Estado: hoy tenemos un Estado Nacional que le dijo basta a las corporaciones, basta a quienes pretenden pasar por arriba del voto popular, basta de decidir desde el sillón de un empresario hasta cuándo dura un presidente o presidenta, basta de operar desde las sombras para tener una democracia al servicio de las corporaciones. Nuestro grito como pueblo se oyó: no le pedimos permiso a las corporaciones para tener democracia, como tampoco les pedimos permiso 10 años atrás para romper uno de los mayores símbolos del horror, la ESMA. Fue el entonces Presidente, el compañero Néstor Kirchner, quien dijo en las mismas entrañas de lo que fue el centro clandestino de detención, tortura y exterminio que iba a “dejar todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esa lamentable década del ´90, como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir”.

Diez años después, ahí construimos colectivamente un Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos, porque aquel 24 de marzo del 2004, ese predio fue recuperado para el pueblo, iniciando un proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia que continúa la Presidenta Cristina Fernández, y que ya es ejemplo ante el mundo. Ya vimos cuánto les molesta esto a las corporaciones, ya vimos cómo pretenden decir que la ESMA sigue siendo el pasado: vemos que usan sus diarios para mentir, pero nunca los vimos pisar ese sitio histórico, oler los recuerdos, escuchar las historias de los compañeros detenidos-desaparecidos, difundir los juicios a los genocidas, y menos aportar a la búsqueda de los bebés nacidos en cautiverio, tanto en la ESMA como en el resto del país y que, más de 30 años después, son alrededor de 400 jóvenes que siguen sin conocer su identidad. Esto es muy importante: entre nosotros, acá, en esta misma Plaza, tal vez alguno conoce a alguien con dudas sobre su identidad o a alguien que podría ser hijo desaparecidos. Esa posibilidad nos convoca a decir que la identidad es un derecho y, como tal, debe ser respetado y garantizado. Nadie vive bien bajo la mentira. Por eso les pedimos que sigamos buscando entre todos a los nietos que falta encontrar, porque hay cientos de familias para abrazarlos. Ya encontramos 110 verdades: vamos juntos por todas las demás.

Fue también hace una década que Néstor Kirchner también ordenó que los cuadros de los genocidas fueran bajados de las paredes del Colegio Militar. Eso fue mucho más que un hecho simbólico, porque dejó en claro que Videla, Bignone y los demás no fueron Presidentes: fueron dictadores, genocidas. Ese acto quebró la impunidad no sólo en la historia, sino también en la formación que reciben las Fuerzas. Con la bajada de los cuadros instituyó un paradigma democrático que era necesario para que nunca más se use un uniforme de ninguna Fuerza para torturar al pueblo. Por eso repudiamos enérgicamente los acuartelamientos del año pasado, porque quedó demostrado que un reclamo salarial digno fue utilizado para sacar a flote lo peor del carácter corporativo de las Fuerzas.

También hay corporaciones que atentan contra la democracia desde el Poder Judicial. Por eso vamos a destacar el juicio en curso en Mendoza, donde se juzga por primera vez la participación de ese Poder en el terrorismo de Estado. Lejos de impartir justicia, hubo jueces y fiscales que fueron parte del aparato represivo. El juicio de Mendoza es histórico, porque el mismo Poder Judicial está revisando su historia y lo hace con el respeto de todos los derechos y garantías. Ese mismo Poder Judicial sigue siendo el embudo de la confirmación de los fallos de los juicios por delitos de lesa humanidad: exigimos que la Cámara de Casación y la Corte aceleren los tiempos, porque necesitamos que las condenas sean firmes y de cumplimiento efectivo.

También exigimos saber toda la verdad sobre todos los compañeros detenidos-desaparecidos: necesitamos que conocer toda la información, que se abran absolutamente todos los archivos, incluso los la de la Iglesia, cuya cúpula fue partícipe del terrorismo de Estado. Hoy hay un contexto que permite esperar que de una vez por todas se sepa todo lo que la Iglesia calló como institución, mientras nuestro pueblo era masacrado. Necesitamos que se rompan los pactos de silencio y se dé toda la información sobre los bebés nacidos en cautiverio, cuyas apropiaciones, a través del plan sistemático de robo de niños, contó con la participación necesaria del aparato clerical genocida, en el cual estaba Christian Von Wernich, sacerdote torturador, condenado a perpetua por delitos de lesa humanidad. Dentro de tres días se cumplirán cinco años de la confirmación de ese fallo, pero Von Wernich sigue siendo miembro de la Iglesia: volvemos a exigir que sea expulsado, porque ya no quedan dudas de su participación en los centros clandestinos. Al mismo tiempo que la cúpula de la Iglesia se asoció con los genocidas, en los barrios, estaban los curas tercermundistas, abrazados a las causas justas. Recién el año pasado, el Poder Judicial sentó en el banquillo de los acusados a algunos de los asesinos del entrañable compañero Monseñor Angelelli.

Es tiempo de definiciones en nuestra Patria Grande. Y esto nos interpela, una vez más, como militantes. No podemos permitir que nada nos empuje hacia atrás; absolutamente nada. Tenemos que seguir demostrando que juntos y organizados transformamos la realidad, esa realidad que sigue teniendo injusticias, causas que nos convocan a comprometernos y luchar, como el delito aberrante de la trata de personas para la explotación sexual y laboral, sostenido por la participación de corporaciones, como la judicial, las mafias persistentes en las Fuerzas de Seguridad y los medios que publicitan las redes.

Son también las corporaciones que actúan cometiendo prácticas de violencia institucional, que por acción u omisión siguen criminalizando la pobreza. Luciano Arruga, desaparecido desde hace 5 años en Lomas del Mirador, secuestrado y torturado salvajemente por la Policía Bonaerense es una de las víctimas de la violencia institucional. El Poder Judicial fue tan lento que abrió todas las puertas para la impunidad. Y esas corporaciones, como el Grupo Clarín, que ahora dicen estar preocupados por esta causa, fueron los primeros en instalar la teoría del “por algo será” sobre Luciano. Su familia y amigos se organizaron y consiguieron que cambiara la carátula de la causa y el Poder Judicial reconociera que se trata de un caso de desaparición forzada y permita que el Destacamento donde lo torturaron y desaparecieron deje de funcionar como lugar de detención para ser convertido en un sitio de denuncia y memoria. Tenemos que seguir militando para que sean erradicada de una vez por todas las prácticas criminales de quienes deberían garantizar nuestros derechos, pero se dedican a violarlos, con los delitos de lesa humanidad como escuela.

Esta democracia tiene muchas heridas. En el 2001 fue masacrada la rebelión popular de la que todos fuimos parte para defender la democracia en la calle. Recién este año llegaron a juicio algunos de los culpables, pero falta uno fundamental: Fernando De la Rúa. Esta democracia, que cumplió 30 años, tiene muchas víctimas de los enemigos del sistema constituido a través del voto popular: Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, Pocho Lepratti, Walter Bulacio, Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, Andrea Viera, Sebastián Bordón, Teresa Rodríguez, Facundo Rivero Alegre, Alan Tapia y otros miles de pibes y pibas. Por eso no podemos dejar de decir que fue lamentable la respuesta que dio recientemente el Poder Judicial en el juicio por los crímenes de La Cárcova, al absolver Gustavo Rey, el policía bonaerense que asesinó a Franco Almirón y Mauricio Ramos.

Esa violencia institucional también tiene como víctimas a los pueblos originarios, que siguen luchando por el derecho a la tierra, al reconocimiento histórico de la propiedad colectiva. Son todas las comunidades que persisten a pesar de los que intentan desalojarlos, reprimirlos y matarlos. Una vez más, exigimos el cese inmediato de la violencia empresarial e institucional que hostiga, reprime y mata a los pueblos originarios.

Vivimos tiempos en los que, mientras desde la mayoría buscamos afianzar las victorias, hay unos pocos que pretenden arrancárnoslas, porque el único modo que conocen es destruir. Por eso usan el papel del que se apropiaron a fuerza de delitos de lesa humanidad para decir que nuestro voto se termina antes del 2015, que la Presidenta no puede sostener su mandato y que la Patria tiene que volver a ser colonia. A todos esos personajes que operan desde el oscurantismo les recordamos que el ejercicio democrático de 30 años no se borra en un día: no les vamos a permitir que soplen para llevarnos para atrás, no les vamos a permitir que pongan odio en nuestra Patria. Los proyectos para el rumbo de la Argentina están muy claros: democracia o corporaciones.

Acá cerca, a diario, vemos qué proyecto de Ciudad tiene Macri: una con represión en el Borda, barrios sin urbanizar, escuelas en cajas de cartón y sin vacantes para todos, una Policía Metropolitana que se suma a la herencia de la violencia institucional, diseñada por Jorge “El Fino” Palacios, represor de la masacre del 2001, obstaculizador de la justicia en la causa AMIA y culpable del espionaje a familiares de las víctimas. Tenemos más de una década de recuperación del Estado: no vamos a permitir que nos hagan retroceder, vamos a seguir recuperando derechos y luchando por otros, como fueron la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la ley de movilidad jubilatoria, la recuperación de nuestra aerolínea de bandera y de la soberanía energética.

Cada año venimos a esta Plaza para esta fecha y relatamos la historia de los genocidios cometidos contra nuestro pueblo, pero hoy alcanza con mirar hacia Venezuela para ver cómo la derecha, con sus corporaciones, sigue pretendiendo terminar con los derechos de todos. Los que se oponen a una justa distribución de la riqueza son los que pretenden eternizar una injusta sucesión de la pobreza: con esa negación a redistribuir saben que están privando a una mayoría de su derecho a la vida, la alimentación, la vivienda, la salud y la educación.

Ellos son los enemigos de la Patria Grande, los verdugos con traje militar y empresarial, las corporaciones hambreadoras, los monopolios desestabilizadores, los que se pretenden dueños de la realidad y la tierra. Por eso seguimos militando: hoy la realidad de nuestra Latinoamérica nos pide redoblar el compromiso y la solidaridad para defender las victorias. Por eso, a 38 años de la última dictadura cívico-militar, hoy venimos a esta Plaza a decir que hay una sola opción para no volver a ser colonia y seguir construyendo esta Patria: ¡democracia o corporaciones!

Como dijo el Che: “aún cuando uno se reconozca comunista, o socialista, peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, sólo caben dos posiciones en la historia: o se está a favor de los monopolios, o se está en contra de los monopolios”.

Compañeros y compañeras, cumplimos 30 años de democracia, algo que es mucho más que tres décadas sin dictaduras. Por eso, hoy sólo se puede estar en un proyecto o en otro: ¡CON LA DEMOCRACIA O CON LAS CORPORACIONES! Nuestro lugar está en claro desde siempre: estamos con la democracia, con la Patria Grande, con los sueños de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, con un país que nos incluya a todos, con justicia social, libertad y alegría.

RESTITUCIÓN DE LA IDENTIDAD DE TODOS LOS JÓVENES APROPIADOS.
JUICIO Y CASTIGO YA A TODOS LOS GENOCIDAS.
APARICIÓN CON VIDA DE JORGE JULIO LÓPEZ.
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!

ABUELAS DE PLAZA DE MAYO FAMILIARES DE DESAPARECIDOS Y DETENIDOS POR RAZONES POLÍTICAS H.I.J.O.S. – Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio MADRES DE PLAZA DE MAYO LÍNEA FUNDADORA

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