Ni el presidente ni el ministro Dujovne pudieron dar precisiones sobre el arreglo. La tasa de referencia sigue al 40 por ciento.
Con un dólar que se estaba vendiendo hasta a 24 pesos, el presidente Mauricio Macri anunció que la solución que su gobierno encuentra a la corrida que se desarrolla desde hace más de diez días, es el retorno abierto al FMI.
El contexto es claro: además de la corrida, al cierre de esta edición se esperaba la sesión que -en Diputados- tiene que debatir un proyecto unificado, tendiente a morigerar el efecto del tarifazo, una iniciativa que el ejecutivo ya adelantó va a vetar.
¿Pero por qué el FMI? El Fondo es el prestamista de última instancia, aquel que llega cuando los usureros tradicionales del mercado financiero global (pooles de bancos, aseguradoras, etc.), ya no ven garantías para seguir prestando. Esto comenzó a pasarle al gobierno que, en sólo dos años, dilapidó el colchón que dejó el proceso de desendeudamiento realizado de 2005 a 2015.
¿Cuál es la diferencia? La fundamental es que el Fondo exige ajuste estructural y delegación de soberanía, esto es, obligaciones fiscales mucho más drásticas que las actuales. En esta dirección, los intentos de avanzar en reformas regresivas en los terrenos laboral, previsional y fiscal realizadas hasta ahora por el Gobierno Cambiemos, pueden parecer pálidas ante lo que se espera imponga el Fondo.
Lo que se viene es la reformulación estructural de la relación entre capital y trabajo. Y aquí es prudente volver a insistir en que al dirigirse a los presentes en una ronda de prensa convocada hoy, Dujovne volvió a delinear un escenario ficticio. Mientras que el déficit crece, tal como lo hacen los impuestos y el desbalance comercial, así como la inflación y el ajuste, todo por medidas que el propio Gobierno Cambiemos adoptó.
El ministro habló de “financiamiento preventivo” y elogió el “apoyo expreso” que hizo Cristine Lagarde al programa que lleva a adelante el staff al que pertenece.
Así, el gobierno que llevó el déficit fiscal y el precio del dólar a límites desconocidos hasta ahora, intenta sacar un conejo de la galera con la mirada puesta en la licitación de setecientos mil millones de pesos en Lebacs que tendrá lugar el martes de la semana que viene.
Elogios
Así las cosas, debe quedar claro que lo del Gobierno Cambiemos y el FMI es sólo un capítulo más de una misma historia que fue delineada, no sólo por La Rosada, sino también por la mayoría de los gobernadores que ahora, endeudados en dólares, comienzan a darse cuenta que la cosa pasa de castaño oscuro.
Esto acollarado a una suba en las góndolas que ya comienza a manifestarse en rangos que van de diez a veinte por ciento. Entonces, la crisis financiera tiene un correlato directo y letal en la economía real donde las personas de carne y hueso -que todavía tienen trabajo formal- padecen paritarias del quince por ciento.
El anuncio de Macri fue breve. Los detalles que brindó el ministro Nicolás Dujovne, fueron insustanciales.
No queda claro si el acuerdo con el FMI va a incluir un préstamo contingente o si será a partir de dólares frescos. El propio Dujovne aclaró que no estaba en condiciones de explicar detalles y sólo se limitó a indicar que confía en que se va a poder avanzar en este acuerdo. También elogió al Fondo que, desde su particular mirada “no es el mismo de los 90”. Habría que preguntarle a Grecia donde, desde hace menos de una década, está imponiendo una política de feroz ajuste junto a la troika que integra con el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
El titular de Hacienda volvió a insistir en que la meta del quince por ciento de inflación “no se va a cambiar”, es decir, La Rosada ratifica su idea de profundizar la transferencia de riqueza desde el universo del trabajo hacia el del capital.
Según trascendió, serían treinta mil millones los dólares de este “préstamo contingente” y a una tasa del cuatro por ciento. Si esto se confirma, las reservas se colocarían en algo así como 85 mil millones de dólares, eso sí, poco billete y mucho asiento contable, algo que ya pasó después de que, en los albores del siglo, Fernando de la Rúa celebrara que “es lindo dar buenas noticias”, al anunciar la operación financiera que se presentó con el ostentoso título de Blindaje.
Resta cruzar los dedos y esperar que la FED morigere el crecimiento de su tasa, porque con cada centésima que sube, también lo hace la deuda contraída por este “préstamo contingente”, lo que llevaría a otro “préstamo contingente” y así ad infinitum. Nada de esto es especulación, sólo constatación empírica sobre algo que pasó y sigue pasando.
Así, queda claro que pese al arreglo con el Fondo, nada se mueve del ajuste plasmado en la exorbitante tasa del cuarenta por ciento anunciada el viernes ni la inflación que conlleva el dólar que, en el mejor de los casos, parece instalado por encima de los 22 pesos.
Estos datos corroboran que toda esta maniobra posee una lógica interna tal que, difícilmente pueda responder a meras casualidades.
Los que operaron los días de furia y corrida se quedan con sus ganancias y, además, el Gobierno Cambiemos avanza hacia otra de sus metas fundacionales. El acuerdo con el FMI ya está blanqueado, la “mejor solución”, tal como lo caracterizó Macri, no es otra cosa que un paso premeditado en el camino de construcción de un diseño social caracterizado por la hiperconcentración de riqueza y la destrucción del aparato productivo.