El Gobierno busca liquidar los convenios colectivos, alargar la jornada de trabajo, estimular la tercerización y flexibilizar las condiciones de despido, además de rebajar indemnizaciones.
Por Mario Alderete (Secretario Sindical del PC) Bs.As. 8/11/2017
Por más que el Presidente Macri, siguiendo las instrucciones que impone el marketing publicitario, se haya esforzado por mostrarse como un estadista respetuoso de conquistas y derechos constitucionales, el plan reaccionario liberal quedó expuesto sin cortapisas ante un selecto auditorio.
El plan de este enemigo común que atenta contra la inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores y la Nación Argentina, es claro: se trata de garantizar la máxima ganancia a las empresas transnacionales y las patronales locales del campo y la ciudad. El cuento de la inflación y el déficit fiscal sirve para justificar el endeudamiento externo más grande de la historia mundial y de Argentina: 165 mil millones de dólares que pasan casi directamente al bolsillo del empresariado multinacional. La fiesta de las grandes cámaras patronales la está pagando en primer lugar la clase obrera con rebajas salariales, despidos, suspensiones, aumentos de los precios de los alimentos, vestimenta, servicios, entre otros. La represión está a la orden del día, los servicios de inteligencia penetran cada vez más y los medios masivos de comunicación, que controlan también las redes sociales, no sólo tratan de infundir miedo para disciplinar a las masas populares sino que intentan mostrarnos otra realidad. Lo concreto es que se vive un serio retroceso en las condiciones de vida, suben los índices de pobreza e indigencia, hay cierres de industria y comercio (pymes) y el sub-consumo queda patente en la caída de las ventas.
En este contexto, las estrategias inmediatas del gobierno, de común acuerdo con las cámaras empresariales tal como quedó ratificado en el reciente coloquio de IDEA realizado en Buenos Aires, se pretende avanzar sobre tres ejes que consideran fundamentales a fin de asegurar “el desarrollo económico, las inversiones y la apertura al mundo desarrollado”. Esos ejes, que garantizarían el tan mentado “desarrollo” bajando “costos”, asegurarían la competitividad, todo en beneficio no del país sino del capital financiero altamente concentrado. Se trata de: a) Reforma Laboral; b) liquidación del sistema estatal de Jubilaciones y Seguridad Social y c) Reforma Impositiva.
En cuanto a la Reforma Laboral, cuentan con un espejo donde copiar: la reforma que se aprobó recientemente (julio del 2017) en Brasil y aunque dicen que en nuestro país esa reforma no sería tan brutal, en los aspectos más sobresalientes podemos sintetizarla así:
- Liquidación de los convenios colectivos y las relaciones laborales comenzarán a pactarse en forma individual o por empresa. De esta manera los contratos privados pasan a ser más importantes que los convenios por rama de actividad.
- Así podrán cambiarse la duración de la jornada laboral, el salario, las pausas de descanso, las vacaciones pagas, entre otros beneficios. Se alarga la edad para acogerse a la jubilación.
- Se incorpora el concepto de “jornada intermitente” para que el trabajador cobre por hora y no por mes o quincenalmente. Amplía, favorece y estimula la posibilidad de tercerizar tareas, crea condiciones para extender el horario de labor y cambia condiciones de descanso.
- Flexibiliza las condiciones de despido, se rebajan las indemnizaciones y se establecen nuevas normas para los juicios laborales para terminar, según dicen sin sonrojarse, con la “mafia” que vive de tales
Como podrá comprobarse este tipo de reforma es un golpe durísimo a los derechos y conquistas de los trabajadores consagrados en leyes y convenios vigentes y también a su organización sindical como representante de sus intereses, y si bien el gobierno argentino por boca de Jorge Triaca y Marcos Peña ha negado que se propongan instaurar en el país una reforma similar a la de Brasil, resulta lógico afirmar que en “boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”. Lo concreto es que hasta ahora, están aplicando aspectos esenciales de ese plan por sectores y por gremios, como ocurrió con el convenio celebrado con el Sindicato de Petroleros Privados para la explotación de los yacimientos de “Vaca Muerta” y también con los Textiles, Calzado. Construcción y Smata.
En todos ellos se vulneran derechos y se desconocen conquistas y están basados en acuerdos celebrados por empresarios y dirigentes sindicales con el auspicio del Gobierno Nacional. Además, para disfrazar aún más la situación, presentan al plan como un intento de llevar justicia a los trabajadores víctimas de la informalidad (terminar con la “injusticia del trabajo en negro”, dicen) y para ello sugieren registrarlos como monotributistas en tanto liberan a los patrones de saldar las deudas impagas que no ingresaron al sistema previsional.
Lo que resulta más lamentable es que los propósitos que guían al poder neoliberal representado por Macri y Cía. no hayan sido rechazados y a veces hasta compartidos por la conducción de la CGT y otros dirigentes de la misma, ya que estos nefastos personajes pretenden regular el conflicto instaurando un “diálogo social” el cual está basado particularmente en el principio de la conciliación de clases. Así lo vemos no solo en la negativa a marchar por un camino de construcción de unidad y fortalecimiento de la organización, sino también en su cerrada oposición a resolver un paro general como inicio de un plan generalizado y progresivo de lucha.
Pero, simultáneamente, desde el gobierno, alentado por la persistencia de una insuficiente unidad del campo obrero y popular, trata de ir por más: en cada gesto de resistencia denuncian un proceso “destituyente”. Buscan a través de la represión, la judicialización del conflicto social y la cooptación producir la derrota necesaria para imponer su voluntad haciendo factible la reestructuración estructural del país y facilitando aún más la penetración y el dominio imperial.
Las luchas presentes, atadas a un programa mínimo de reivindicaciones comunes y a un plan de más largo alcance de contenido estratégico, construyen la posibilidad de un futuro distinto superador de los actuales designios imperiales. Necesitamos construir la verdadera unidad en base a una propuesta reivindicativa político-social debatida en común y aprobada por medio de una amplia participación de las masas obreras y populares.
Con tan alto objetivo, los comunistas, particularmente los que actuamos en el movimiento obrero, debemos darnos un plan consecuente con coordinación en todas las instancias y con balances periódicos no solo con la intención de frenar este criminal ajuste sino sobre todo para construir una verdadera alternativa popular, democrática, participativa, antiimperialista, de integración latinoamericana con horizonte post-capitalista que, para nosotros es el socialismo.