Desde el PC repudiamos categóricamente la condena proscriptiva contra Cristina Fernández de Kirchner. El objetivo de la persecución y la condena no es ningún afán de justicia, sino eliminar su figura y lo que representa para millones de personas de la arena política, y establecer así un castigo ejemplificador para todos aquellos que se animen a plantear que la política no puede reducirse a lo que la clase dominante quiere que sea.
La falta de voluntad política para impulsar una reforma del Poder Judicial y la tolerancia del gobierno del Frente de Todos con la evidente corrupción de magistrados, como se vió en el viaje a Lago Escondido compartido por empresarios de medios, funcionarios judiciales, servicios de inteligencia, etc., han sido elementos clave para que se haya llegado a condenar a la vicepresidenta durante el ejercicio de su mandato, en su propio gobierno.
Por eso insistimos en que la lucha contra el plan del FMI y la pelea contra el lawfare y la proscripción son parte de la misma disputa, que es la que da nuestro pueblo y sus oorganizaciones contra los planes de la embajada yanqui, de los grupos económicos locales transnacionalizados y la derecha, que buscan retrotraer el nivel de vida de la clase trabajadora al que tenía antes de la sanción de la jornada laboral de 8 horas.
El poder real no es invencible. Para superarlo, en esta hora crítica más que nunca las oorganizaciones populares debemos mantener el estado de alerta y movilización, y profundizar la unidad y la construcción de un horizonte político que se proponga superar los límites que el bloque dominante busca imponer al campo popular y retomar la agenda anti-neoliberal y soberana que llevó al FDT a la victoria en 2019, e impulsar la construcción de verdaderas bases de poder popular con eje en cada sindicato, en cada barrio, y en cada centro de estudiantes a lo largo y ancho de nnuestro país. El pueblo movilizado no puede ser proscripto.
Por eso insistimos en que la lucha contra el plan del FMI y la pelea contra el lawfare y la proscripción son parte de la misma disputa, que es la que da nuestro pueblo y sus oorganizaciones contra Ios planes de la embajada yanqui, de los grupos económicos locales transnacionalizados y la derecha, que buscan retrotraer el nivel de vida de la clase trabajadora al que tenía antes de la sanción de la jornada laboral de 8 horas.
El poder real no es invencible. Para superarlo, en esta hora crítica más que nunca las oorganizaciones populares debemos mantener el estado de alerta y movilización, y profundizar la unidad y la construcción de un horizonte político que se proponga superar los límites que el bloque dominante busca imponer al campo popular y retomar la agenda anti-neoliberal y soberana que llevó al FDT a la victoria en 2019, e impulsar la construcción de verdaderas bases de poder popular con eje en cada sindicato, en cada barrio, y en cada centro de estudiantes a lo largo y ancho de nnuestro país. El pueblo movilizado no puede ser proscripto.