Con el fin de extender su poderío militar y económico, los gobiernos de los EE. UU, Inglaterra, Francia y sus aliados están llevando al mundo nuevamente al peligroso barranco de la guerra.
El objetivo ésta vez es Siria.
Sus propósitos estratégicos comprenden seguir destruyendo la unidad de los países de Medio Oriente, Africa del Norte y Asia Central como lo plantean en el denominado “Plan Nuevo Medio Oriente”: atomizarlos en sectas, etnias, cultos y tribus enfrentadas entre sí para facilitar su dominio en la región y avanzar en el cerco de Rusia, China e Irán, potencias que, aun con sus diferencias y límites, constituyen un escollo a los planes de dominación mundial de las grandes corporaciones internacionales.
La mentira se pone otra vez a la orden del día: el pretendido uso de armas químicas por parte del gobierno de Al Assad suena a aquella denuncia de la existencia de un arsenal de armas de destrucción masiva en Irak que nunca fue hallado. Por el contrario: lo que se destruyó a fuerza de bombas para quedarse con el petróleo, fue la vida de cientos de miles de personas, la casi totalidad de la infraestructura nacional y hasta los preciados bienes culturales de ese país que aun hoy, como Afganistán, sigue militarmente ocupado.
A pesar de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas difícilmente otorgue su aval a esta nueva aventura intervencionista, los furiosos belicistas están anunciando descaradamente una intervención militar del estilo de las que se perpetraron en Kosovo o en Libia. Una intervención que viole nuevamente hasta el más mínimo vestigio de legalidad internacional, apoyada por la previa labor terrorista desestabilizadora de elementos mercenarios armados por los gobiernos de EEUU, el Reino Unido, Francia, Israel, Turquía, Catar y otras monarquías, jequiatos y emiratos árabes. Una intervención con la que pretenden vanamente salir de la crisis sin precedentes en que se encuentran por la vía de la guerra y la dominación por la fuerza de todos los pueblos del mundo.
América Latina y el Caribe no están ajenas a estos planes: en nuestra región los EEUU instalan bases militares, reactivan la IV ª Flota Naval, refuerzan la presencia militar del Reino Unido en nuestras Islas Malvinas con la base de la OTAN allí instalada. La OTAN, por otra parte, acaba de firmar un convenio con Colombia que está en la esencia militarista de la denominada Alianza del Pacífico.
La guerra agravará la crisis capitalista internacional y ello repercutirá negativamente en la economía mundial, afectando a países como el nuestro que intentan un camino distinto al de los mandatos imperiales. Por ello es importante sostener las posturas contrarias a toda intervención extranjera en Siria, dado que ello sólo puede agravar a niveles inauditos la crisis y los sufrimientos por los que atraviesa hoy el pueblo de ese país.
Ante esta brutal amenaza el Partido Comunista de la Argentina, consecuente con su historia, repudia enérgicamente esta nueva agresión que se vislumbra como inminente y convoca a movilizarse en la defensa de la paz mundial y del derecho a la libre determinación de los pueblos.