Por Margine Gutiérrez
Se equivocan quienes creen que las acciones legales que el Estado Nicaragüense impulsa contra reconocidos agentes del imperialismo en Nicaragua tienen un carácter electoral y que buscan sacar de la contienda a quienes representan y sirven a los intereses de los Estados Unidos. Peor aún, se equivocan de cabo a rabo, quienes propalan la falsedad de que Daniel Ortega les teme y por eso los saca del medio.
Daniel no les teme como contrincantes en la disputa por el poder, primero porque no lo son. Ninguno de ellos ha oficializado su candidatura y ni siquiera le han informado al pueblo en qué casilla correrán. No tienen partido ni tienen pueblo. Mientras, Daniel arranca su campaña con un “voto duro” de más del 38%. ¿Quién más puede decir lo mismo en Nicaragua?
Daniel Ortega es el político más reconocido de Nicaragua, el único que tiene arraigo popular porque siempre ha estado vinculado a las necesidades e intereses de las mayorías que fueron empobrecidas, aún más, por los sucesivos gobiernos de la oligarquía libero conservadora vende patria. Por eso la intención de votos lo favorece con más del 60% del electorado.
El gobierno de Daniel Ortega ha sabido combinar las políticas publicas que priorizan la creación de oportunidades y capacidades, sobre todo económicas, de los sectores más vulnerables con aquellas políticas publicas encaminadas a sentar las bases para el desarrollo sostenible de Nicaragua. Y es que el FSLN tiene un programa elaborado colectivamente en los tiempos más duros de la lucha que es el que guía su actuar. Este no es ni un partido ni un gobierno improvisado.
El vaso de leche, la merienda escolar, el plan techo, la entrega de miles de viviendas gratis, las semillas e insumos para los productores, las medicinas gratis van a la par de la electrificación de todo el país, hasta el último rincón; de la construcción de carreteras y puentes, de la modernización de nuestros puertos, de la construcción de puertos de aguas profundas; de la edificación de centros de formación tecnológica; del impulso de proyectos y procesos que le den valor agregado a nuestras materias primas y muchas otras acciones que buscan desarrollar las fuerzas productivas y crear las bases materiales para crecer y salir de la pobreza en forma definitiva.
Ahora en Nicaragua los pobres ya no se enteran de que hubo crecimiento económico, a la par que crecía la pobreza, a través de los discursos de los ministros que obedecían y ejecutaban las recetas del FMI. Ahora el pueblo sabe que somos el país con el mayor crecimiento económico en Centroamérica porque lo mira, lo siente y le llega hasta su hogar.
Daniel Ortega lo ha dicho claramente, derrotar la pobreza es nuestro mayor reto y al derrotar la pobreza estaremos derrotando definitivamente a los enemigos históricos de nuestro pueblo. No es en las redes sociales que Daniel Ortega tiene su mayor fortaleza. Es en el pueblo. ¿Qué otro gobierno o partido ha hecho tanto por el pueblo y en tan poco tiempo?
¿Cree la derecha, por ventura, que esto no tiene consecuencias? Claro que las tiene y se llama respaldo popular. El sentimiento generalizado que prevalece en Nicaragua es que ahora sí hay un gobierno que se preocupa y se ocupa con efectividad por las mayorías de Nicaragua. Por eso es tan frecuente escuchar que cuando a alguien le entregan su saco de comida, su silla de ruedas o su vivienda digna; cuando llegan las brigadas médicas a atenderlo a su casa; cuando le dan la semilla e insumos para la siembra, cuando miran que por fin tendrán cerca un puesto de salud o un hospital; que su escuela ya no está en escombros y que además, la carretera de cemento hidráulico le permite moverse en pocas horas hacia donde quiere, la gente dice ¡ahora si tenemos quien vele por nosotros! Eso se escucha todos los días porque en la Nicaragua de hoy, todos los días se trabaja por el pueblo.
Es absurdo que digan que la acciones legales que el Estado Nicaragüense impulsa en defensa de la soberanía patria y de la paz tenga su origen en el miedo que Daniel les tiene a los agentes del imperialismo en Nicaragua. Esos no están pensando en la democratización de Nicaragua mediante elecciones libres y transparentes. Su mira la tienen en la desestabilización de nuestro país. No es de su interés ser candidatos, por eso no tienen partido ni proyecto. En lugar de promover la unidad de la oposición se dedicaron a boicotearla porque el rol que les han asignado es el de crear las condiciones para la intervención de los Estados Unidos en Nicaragua. Ese es el peligro que ellos representan, que mediante sus acciones delictivas, vuelvan a sumirnos en la violencia que organizaron y promovieron en el 2018 y que desemboquemos en otra guerra civil como las que tantas veces han provocado.
Daniel Ortega está demostrando fortaleza. Ningún gobierno débil, nadie temeroso de perder las elecciones estaría aplicándoles la ley a quienes, estando al servicio de la potencia extranjera, cuentan a su favor con el apoyo incondicional de los Estados Unidos y de los medios mercenarios que orbitan alrededor del imperio. La mejor prueba de esto es que ya Estados Unidos salió en su defensa, porque claro, son sus empleados.
Daniel Ortega está demostrando que Nicaragua está por encima de todo. Que primero es la soberanía patria y la paz que necesitamos para avanzar. Mientras el General Sandino la defendía con las armas en la mano, ahora la defendemos con la Constitución y las leyes haciendo prevalecer el Estado de Derecho.
Quienes hoy enfrentan un proceso han cometido graves delitos. Son el instrumento que los Estados Unidos utilizaron para organizar el golpe de estado en contra del gobierno legítimamente constituido. Forman parte del plan de agresión de los Estados Unidos y están adscritos a ese plan desde mucho antes del 2018. Son los agentes que ejecutan las “acciones encubiertas” de los Estados Unidos quien les provee cuantiosos fondos para crear ONG de fachada, comprar periodistas, crear medios de comunicación y sostener un cierto personal afín a la conspiración; hacer proyectos para dizque defender una libertad de expresión a la medida de sus calumnias y falsedades. Son los encargados de mentir, de confundir, de falsear la realidad para que luego los grandes medios de comunicación tengan los insumos para seguir desacreditando al gobierno de Nicaragua y así justificar la injerencia e intervención extranjera
Ellos fueron los autores intelectuales, de la mano con los gringos, de todo el desastre del 2018, cuyas nefastas consecuencias aún seguimos pagando. Atentaron contra nuestro crecimiento económico sostenido. Rompieron la unidad de todos los nicaragüenses, dividieron aún más a la sociedad. Financiaron la tortura, el asesinato y el secuestro de poblaciones enteras por más de tres meses. Orientaron las acciones y entregaron el dinero para contratar la delincuencia que estuvo en los tranques, en la UPOLI, los que quemaron el CUUN o la Alcaldía de Granada.
Ellos son los autores intelectuales de la muerte de Francisco Pineda a quien quemaron vivo. Ayer fueron juzgados los autores materiales, los ejecutores. Hoy les toca a los autores intelectuales. A ellos que hicieron lo de siempre, tirar la piedra y esconder la mano; mandar a los babosos a mancharse las manos de sangre y a poner el pellejo mientras, ellos tras bambalinas, trabajan por sus propios intereses que nunca serán los de los pobres.